INTRODUCCION
Nací en Mar del Plata, el 27 de enero de 1961. Mis cumpleaños durante mi infancia eran increibles. En los veranos, todos nuestros amigos y familiares de Buenos Aires y de otras provincias venían a pasar las vacaciones en La ciudad feliz (como le dicen). Mi padre era un famoso dentista allí y como trabajaba mucho durante el verano, nunca podíamos salir de vacaciones para mi cumpleaños. Generalmente, el día de mi cumpleaños íbamos a la playa a pasar el día y a la noche, papá hacía unos asados magníficos para todos los amigos y parientes. Yo recibía regalos fabulosos y la fiesta siempre terminaba con amigos de mis padres tocando la guitarra, cantando y bailando folclore o tango. Tenía 12 años cuando todo iba a empezar a cambiar.
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CUERPO
Un día de verano, caliente, húmedo y pesado mis hermanos y yo nos enteramos de una noticia que afectó nuestra vida para siempre. Mis padres decidieron separarse. Mi madre decidió ir a vivir a la "Gran Ciudad", Buenos Aires, y llevarnos con ella a un departamento. Mamá comenzó a trabajar por primera vez desde que yo nací. La ciudad, a mi, nunca me gustó. La gente corría, estaba nerviosa, fumaba mucho, se apretaba en los autobuses y discutía todo el tiempo (esa era la visión de una niña de 12 años recién llegada). Todos mis parientes vivían en departamentos. Mis hermanos varones fueron a la casa de un tío, mi hermana Claudia no resistió la vida de la capital y volvió a Mar del Plata con papá y Carola (mi otra hermana) y yo fuimos a parar a pleno centro de la Capital en la casa de otro tío. Mi vida ese año con todos mis hermanos desparramados en distintas partes de la ciudad fue ESPANTOSA.
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CONCLUSION
Cuesta mucho deprimir a una persona como yo. En unos años, siempre tratando de encontrar gente más parecida a mí (de la provincia), supe encontrar amigos, restaurantes, escuela y universidad adecuadas a mí. En Buenos Aires hice mi carrera, me casé, tuve mis tres hijos y amigos increibles que aún hoy conservo. Hoy, después de conocer lugares tan diferentes, de vivir en dos continentes y de hablar dos idiomas, tengo que agradecer a Dios la oportunidad que me dio de vivir una vida tan interesante. Mar del Plata, Buenos Aires y San Diego son tres lugares maravillosos, cada uno con su propia identidad.
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